Cuando llegamos a la feria lo primero que me impresionó fue su estructura, era como una especie de caverna que parecía estar insertada en el cerro.
La feria era muy corta pero era interesante entrar a mirarla, porque cada puesto constaba de objetos distintos y me llamó mucho la atención que en un puesto el locatario estaba tocando un instrumento que jamás había visto.
En general la visita estuvo muy interesante, sobretodo conocer muchos apellidos en aymaras y saber sobre las consignas que estaban escritas en las poleras que estaban a la venta.
Creo que la feria es una muy buena opción para poder tener algún tipo de cercanía con nuestras raíces que para la gran mayoría no es algo muy conocido.
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