Bueno esta es la segunda vez que visito esta feria artesanal indígena chilena
Primero que todo comenzare contando que tuve la suerte de llegar cuando un grupo de turistas no menor entro en “patota” como se dice y pude apreciar la interacción de los turistas con los locatarios de los puestos, la forma en que intentaban explicarle por modos de señas lo que significaba que ellos decían ya que las palabras no lo permitían por que eran turistas provenientes de Alemania, ahí la viveza del chileno para hacerse entender se puso a prueba.
Algo que no aprecie en mi primera visita y que esta vez llamo mi atención es que los locales de esta feria no tienen paredes que los separen ni rejas de protección o un lugar seguro en donde los locatarios dejen sus cosas por si quieren salir, esto hace que se mantengan en sus puestos todo el día y que almuercen ahí mismo hasta llegar al cierre,
Esto explica que mientras transcurre el día ellos avanzan en sus artesanías o elaboren los productos que tengan para comercializar.
La feria pareciera mantenerse en un constante clima de humedad, que es refrescante y a la vez algo frío esto se da creo yo por las rocas que la rodea y por la falta de ventilación del lugar.
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